viernes, 1 de septiembre de 2017

Chayota nuestra de cada día

Con la chayota me pasa que el nombre no me gusta nada. Pocos se sentirían atraídos por un postre de chayota. Manzana, pera, durazno, fresa y melocotón me suenan de por sí más apetitosos. Incluso torta de zanahoria, de cambur o de auyama las reconozco como más agradables.

Una leyenda urbana afirma que los hojaldres de manzana y tartas de manzana o de pera que preparan y venden en las panaderías son realmente de chayota. Eso no lo puedo afirmar a ciencia cierta, pero ya en casa nos propusimos hacer una chachotas reducidas en almíbar o tipo mermelada para ver si es cierto. En cuanto lo preparemos les contamos que tal salió.



Recientemente, hemos incorporado a nuestra dieta diaria el uso de la chayota, bien como verdura en las sopas o como parte de las ensaladas con cebollas y pimentones caramelizados. Comerlas solas o con un poco de queso blanco rayado y una arepita proporciona una cena ligera y nutritiva. Son muy buenas compañeras, nutritivas e imperceptibles en la digestión.



Las conchas de la chayota y las semillas —que no se van a sembrar— se destinan al compost para alimento de las lombrices que la convertirán en humus.

La Chayota, como la nombramos en Venezuela, es de origen centro americano, oriunda de la parte baja del actual México limítrofe con Guatemala. Lo que quiere decir que es Maya. Además, por su ubicación geográfica, al sur de la península de Yucatán, es coterránea del cacao, el maíz, el chile picante, la vainilla y el tomate; aportes originarios que revolucionaron la alimentación de la humanidad.

La Chayota o Chayote como es su nombre originario en nahualt (chayotli) quiere decir calabaza espinosa, también es conocida en diversos países de América como: guatillas, cidrayota, tayota, güisquiles, chuchu o xuxú, yuyu papobre, papa de pobre, calabaza china o calabaza chilena, calabacita china, papadel aire, choki o guatila, cidra, papa del moro, cidra papa, pataste, yota o chu-chu.

En la casa de uno de mis hermanos en Mérida, Venezuela, a unos 1.700 m.s.n.m. hay un hermoso chayotero, de bejucos largos y abundantes y hermosas hojas verdes; se encuentra extendido sobre el muro de enfrente como una enredadera ornamental y sus frutos, las chayotas, cuelgan apetitosos. Este par de hermosas chayotas que mostramos en la foto las recogimos de allí.

¡Coman chayotas! Rica en Carbohidratos, azúcares, Vitamina C, Calcio, Hierro, Magnesio, Fósforo, Potasio, Sodio y Zinc.

jueves, 13 de julio de 2017

Limitaciones del poder constituyente

No hay quien se atreva a hablar de las limitaciones del poder constituyente por estar dando por sentado los súper poderes de una Asamblea Nacional Constituyente, a la que le atribuyen de por sí un carácter supra constitucional, supra legal y de alcance ilimitado. El caso venezolano que protagoniza el año 2017 es una muestra de una ceguera intelectual crónica en medio de una abusadora y descontrolada borrachera de práctica política.

Quienes enarbolan las banderas de los poderes ilimitados de una asamblea nacional constituyente, supuestamente capaz de hacer y deshacer a su antojo cualquier institución del estado y abrogarse poderes divinos de creación y mutilación de derechos de la población, poco hacen por sincerar los verdaderos alcances de tales supra poderes, que en verdad no son tales. Incluso, quienes adversan el dudoso proceso constituyente que se adelanta en Venezuela —malamente convocado para el 30 de julio— también creen, o así lo hacen parecer por sus declaraciones y acciones, que una asamblea tal puede hacer y decidir lo que se le dé la gana. Pero eso, en la realidad, no es ni será así.



Por mucho que se esfuercen quienes detentan el poder, que siendo como son una insignificante minoría numérica — que se sostienen por un sofisticado y enmarañado artilugio de sofismas y toma de posiciones estratégicas en la enclenque estructura del estado venezolano, donde el resguardo de las armas también está maniatado— su pretendido y fraudulento llamado a un proceso constituyente se topará con un muro impalpable e inasible, una especie de sortilegio originario. Juegan, juegan, juegan como niños a crear la noche y desplegar el día.

Limitaciones del poder constituyente


No estoy hablando de que por no ser ilimitada una Asamblea Nacional Constituyente me dé igual que se lleve o no a cabo, sobre todo la asamblea planteada actualmente en Venezuela, eminentemente fraudulenta. Obviamente sería un éxito que esta pretensión fracasará. Sin embargo, de lo que estamos hablando es de su fragilidad, vulnerabilidad y en conclusión de las limitaciones del poder constituyente.

Cuáles son las limitaciones del poder constituyente


Las limitaciones del poder constituyente se encuentran en su propia naturaleza. Como ya escribí recientemente una Constitución no es, ni de lejos, un pacto social, pues esta visión no llega a ser sino un acto de romanticismo para crear discursos edulcorados que entretienen, entre bostezos y aplausos mal acompasados, lo días patrios. Como ya lo expresé, una Constitución es una imposición, algo así como un contrato de adhesión. De allí la importancia de los principios que inspiran el pensamiento y la acción de quien impone.

En tal sentido, y a la prueba de la realidad venezolana me remito, quien ejerce el poder desde el Ejecutivo lo ejerce como le da la gana hasta las fronteras que su propia fuerza se lo permite y, sobre todo, ejerce ese poder también usando la rentas públicas, interviniendo en el proceso productivo, manipulando el acceso a la comida y bienes de primera necesidad y controlando las otras instancias claves de la estructura del estado, haciendo añicos el principio de la división de los poderes. En Venezuela el Poder Ejecutivo controla el Poder Judicial por intermedio del auto-nombrado Tribunal Supremo de Justicia que amolda sus decisiones incluso con interpretaciones contra natura y vulnerando los más simples principios del idioma y de la lógica; y por su intermedio el TSJ hace irrita la actuación del Poder Legislativo y obstaculiza las del Ministerio Público, controla el árbitro del Poder Electoral, y la actuación de la Defensoría y de la Contraloría; contando con el respaldo del alto mando militar de la fuerza armada formal y de la lealtad de una mercenaria e informal fuerza de choque, además de contar con un partido político como el PSUV que considera que el principal objetivo de un partido político al llegar al poder es mantenerse en el poder, cueste lo que cueste —y no el bien común por encima de cualquier otra consideración, como rezaba la doctrina clásica—.

En el escenario antes descrito es fácil caer en la falacia del poder supra e ilimitado de una Asamblea Nacional Constituyente. Lo sé, es fácil dejarse convencer por esta conseja. Pero la realidad es otra, sobre todo si se tiene cuidado en distinguir entre el tiempo ordinario del corto plazo del tiempo político o histórico, que es más largo.

Ahora bien, sí es cierto que instalada una constituyente legítima o fraudulenta puede hacer y deshacer con la institucionalidad de un país cuanto le venga en gana —en papel— . Sí, es cierto. Pero, lo que importa no es tanto lo que se decide y se escribe, sino lo que se cumple.

En conclusión, tres son las limitaciones del poder constituyente, por mucho que una Asamblea Nacional Constituyente se esfuerce en maquillar la realidad y pretenda ufanarse de sus súper poderes:

  1. Una Asamblea Nacional Constituyente no puede controlar ni borrar el pasado de un pueblo. La fuerza de la herencia saldrá a flote más temprano que tarde, como el cauce abandonado de un río.
  2. Una Asamblea Nacional Constituyente no puede controlar el futuro ni legislar sobre su eficacia y vigencia. Por ejemplo, allí está la vigencia de la constitución de 1999, ponderada por sus firmantes como la mejor del mundo y que duraría 200 años, tirada al piso como un estropajo en cuanto no le sirvió más a los intereses de la casta dominante o nueva oligarquía venezolana. Incluso, el mismo Hugo Chávez pretendió usarla como pañuelo para limpiarse el sudor de su ineficiencia y egolatría al tratar de cambiarla a su antojo en 2007. En cuanto quien impone la Constitución resultante se debilite, ésta será cambiada y borrada de la faz de la tierra, hasta su última letra.
  3. Una Asamblea Nacional Constituyente no puede legislar sobre su legitimidad. Ni falsearla de ninguna manera. Mientras menos legítima, menos querida, menos respetada, por lo que la Constitución resultante durará menos y menos efectiva serán sus disposiciones.

Reitero: lo que importa no es tanto lo que se decide y se escribe, sino lo que se cumple.

lunes, 26 de junio de 2017

La Constitución no es un pacto social

Cuando te lanzan de bocajarro que la Constitución no es un pacto social tienes que ser muy insensible para no asombrarte y reconocer que toda nuestra vida social corre un peligro real, porque está cimentada y transita sobre arenas movedizas.

Contextualicemos. Una de las tareas fundamentales de las escuelas de Leyes en occidente es convencer con concienzudos argumentos el carácter de Pacto Social de la Constitución. Y así, pasados los tres últimos siglos de argumentaciones, subyace en el ideario de los jurisconsultos y gente del derecho el pre-juicio fundacional de que una Constitución es un Pacto Social, un acto consensuado, por el cual una nación-estado se da para sí un conjunto de normas fundamentales para orientar y regular la vida en común de sus ciudadanos y su relación como una unidad con otras naciones-estado en el concierto internacional.



Destaca, además, en la doctrina clásica constitucional que el Pacto Social plasmado en la Constitución es el más sublime y principalísimo documento que nuestros ancestros nos han legado y que para su elaboración han tomando como base los principios de la justicia, la equidad, la legalidad y el bien común, además de establecer en ese pacto originario la estructura y funcionamiento del aparato del estado que contribuirá a la consecución de los más sublime interés colectivos. Este noble y excelso pre-juicio subyace incluso en el ideario de la sociedad, del ejercicio de la política y de la gente común: Dentro de la Constitución todo, fuera de la Constitución nada.

La Constitución no es un pacto social

Realmente yo también me formé pensado que la doctrina clásica constitucional del Pacto Social —que puede ser nombrada ya como romántica— era una historia con final feliz donde los Padres fundadores de nuestro país, en representación o con la participación de la inmensa mayoría de la población y de sus muy diversos pareceres e intereses, habían plasmado en un texto fundacional sus más desinteresados y armoniosos deseos por el supremo bien de toda la Patria. Incluso las reiteradas modificaciones, enmiendas y nuevos textos constitucionales producto de Actos Constituyentes o Asambleas Nacionales Constituyentes que registra nuestra historia formaban parte de ese todo perfectible del espíritu constitucional, que en nada perturban sino enriquecen el incorruptible legado original.

Leer también: Limitaciones del poder constituyente

Ahora sabemos que no es así. Ahora sabemos que una Constitución es maleable, adaptable y vulnerable más allá de lo que puede dar la imaginación. Ahora sabemos y podemos afirmar que la realidad política de Venezuela —transitando ya la mitad del cuarto lustro del tercer milenio— deja de manifiesto que la Constitución no es un pacto social, y mucho menos un pacto que se asume de buena gana. Lo más cercano que está es ser algo así como un contrato de adhesión.

Y si la Constitución no es un pacto social, entonces qué es. Ensayemos, entonces, una nueva definición.

La Constitución es un acto fundacional por el cual quien ejerce el poder sobre una nación-estado, en un momento histórico determinado, impone y establece un conjunto de normas para regular la vida en común de sus ciudadanos en búsqueda de lograr y consolidar su proyecto de país y el logro de los intereses generales, o que son los considerados así por la casta dominante, además de establecer la estructura del estado, los mecanismo del juego de poder y el cómo preservarse en su ejercicio, y en el concierto internacional delinear su relación, como una unidad-estado, con otras naciones-estado.


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jueves, 15 de junio de 2017

China, Revolución Cubana y Marihuana

Corría el año de 1972 cuando vi por primera vez tres productos que marcan nuestro presente y futuro. Era un sábado cualquiera cuando acompañaba a mi Papá a hacer las compras en el Mercado Principal de Mérida, Venezuela, que por aquel entonces quedaba en el centro de la ciudad a una cuadra de la Plaza Bolívar; edificación que sería devorada por el fuego años más tarde y en cuyo terreno se levantó posteriormente el Centro Cultural Tulio Febres Cordero.




Fue entonces que, con nuestras bolsas de fique al hombro, entre vendedores, olores y colores de productos del campo, carnicerías y pescaderías, nos adentramos al bullicioso ambiente de ventas y regateos del Pasaje Tatuy, que era una pequeña callecita lateral de acceso al mercado.

 China, la Revolución Cubana y la Marihuana


Justo antes de entrar al mercado, por la puerta lateral, junto a una máquina de hacer barquillas y a un adivinador ambulante con su loro verde en el hombro, se apostó ese sábado un anciano, bien afeitado y peinado, flaco y de camisa manga corta, con una pequeña maleta cuadrada de cuero que abierta en el suelo mostraba y ofrecía para la venta 3 productos principales:  
  1. Franelas blancas chinas, de hilo muy fino, con tres botones en el cuello, además de cholitas negras chinas –zapatillas– estilo Bruce Lee y camisas blancas cuello Mao; 
  2. Chapitas –o botones decorativos– del Ché Guevara con boina con estrella y chapitas de Fidel Castro con gorra y tabaco en mano; y 
  3. Camisas estampadas y chapitas alegóricas a una planta con hojas puntiagudas de siete brazos, que más tarde supe que la conocían como Cannabis o Marihuana.

Entonces, Papá murmuró algo sobre el futuro de estos productos que tenía que ver con el número de habitantes y la constancia, o algo así.

Luego de detenernos un rato a admirar estas nuevas mercancías, como abalorios, seguimos con nuestra agenda y proseguimos haciendo compras.

Recordando la escena, con el paso del tiempo, me doy cuenta que no supe descifrar lo que había presenciado. Hoy, y por los próximos cien años, los productos chinos dominan el grueso de la oferta mundial; la Revolución Cubana ha sobrevivido hasta sus 58 años y ha esparcido sus semillas en los campos de muchos pueblos; y la Marihuana camina entre aplausos al ámbito de lo permitido, luego de su regulación en Holanda, su legalización en Uruguay y más recientemente en Colorado, California y Nueva York, en los Estados Unidos.

Hoy estoy pendiente de reconocer y descifrar una nueva maleta, de algún viajero del tiempo, que me muestre los signos que marcarán el futuro.

domingo, 30 de abril de 2017

Cómo hacer para producir basura limpia

Hoy les voy a hablar cómo hacer para producir basura limpia en su hogar. Me gusta usar la palabra Basura para referirme a la basura; y no edulcorarla con el ya trillado término de desechos sólidos. Usar un eufemismo para referirnos a un problema social de tanta magnitud es querer hablar desde la moda, para intentar quedar bien con los doctos del tema, mientras no aportamos nada a su solución.

Particularmente en Venezuela no debemos, todavía, hablar de desechos sólidos porque este término refiere a sociedades o experiencias sociales donde la clasificación, disposición, recolección, tratamiento y destino final de los desechos sólidos están acoplados a un sistema que requiere de la participación comprometida de toda la sociedad. Maquillar la basura no ayuda mucho a solucionar nada.



Dicho lo anterior, quiero compartir la manera como en nuestra hogar hemos hecho para reducir casi al mínimo la producción de basura y como hemos hecho para producir basura limpia en la ciudad. Además, esta experiencia puede contribuir a abordar el tema de la basura en Venezuela en la búsqueda de soluciones sistémicas.

Cómo hacer para producir basura limpia


Cómo hacer para producir basura limpia

  1. Desde marzo de 2014 casi no hemos vuelto a arrojar a la basura los desperdicios orgánicos de origen vegetal producidos en nuestra cocina. En el balcón de nuestro apartamento preparamos con envases plásticos un procesador de basura con lombrices que ha producido humus desde entonces. La lombricultura ha sido un aliado eficaz. Parte del humus producido lo usamos en nuestras plantas y parte lo regalamos a familiares y amigos para sus jardines  —y nos adoran por eso—. Todos los restos de comida, borra de café, conchas de las frutas, cáscaras de huevos también van al compostero para ser procesados por las lombrices
  2. Con respecto a los desperdicios de origen animal provenientes de la carne o pollo (pellejos, huesos, recortes) crudos o cocidos, los colocamos en el congelador en envases plásticos limpios y los  vamos acumulando para regalarlos para alimento de los perros de nuestros familiares y amigos. Esta técnica nos ha permitido que nunca más nuestra basura huela mal y hemos contribuido a la alimentación de las mascotas.
  3. Con respecto a los envases de vidrio, metal, plástico, cartón y otros, hemos colocado en un rincón de la cocina varias cajas de cartón —forradas y ordenadas— donde semi-clasificados depositamos y acumulamos estos envases que previamente hemos lavado y secado bien, es decir, guardamos basura limpia, sin malos olores ni residuos. Muchos de estos envases los hemos reutilizado para múltiples cosas, los hemos regalados a familiares y amigos, hemos hecho materos, han sido usados como materiales para actividades escolares, y en fin, cuando nos ha tocado botarlos a la basura para que se los lleve el camión del aseo urbano nos queda el alivio que ha sido basura limpia.

Los aportes a la solución de problemas sociales pueden provenir de pequeñas experiencias particulares. Los invito a poner en práctica la producción de basura limpia es sus propios hogares. Si alguien quiere comenzar su propia fábrica de lombrices tenemos muchas para regalar.

Cómo hacer para producir basura limpia


miércoles, 12 de abril de 2017

Elecciones son la única salida para Venezuela

Ante las bravuconadas e histéricas manifestaciones de los “anti-todo”, opinadores de oficio, que se creen los dueños de la verdad y del sufrimiento, que se creen los mesías de Venezuela y que encuentran en la ofensa y descalificación de la actuación de los políticos demócratas su mejor arma, es importante explicar por qué las elecciones son la única salida para Venezuela, la única salida viable y sustentable, la única opción que permitiría comenzar una nueva época para el país, la re-fundación de la república, con el mínimo costo en lo político, en lo social, en lo económico y en lo militar.


Elecciones son la única salida para Venezuela


Sin que usted y yo nos lo hubiésemos planteado, el sistema político —en el cual este régimen nos ha sumergido— nos ha devuelto en el tiempo a la Venezuela del siglo XIX. La supuesta necesidad de generar Patria nos ha llevado al escenario de la confrontación. Estamos reviviendo en Venezuela la época de las guerras fratricidas y esclavistas que llenaron de odio, candelas y humaredas las sabanas, pueblos y montañas de Venezuela, la época de Páez, los Monagas y  Zamora —que no creían en la democracia—, y que a la luz del tiempo sabemos que su accionar era sólo por razones egoísta de obtener y mantenerse en el poder, de abusar de él y de usar al “pueblo” para el logro de tales fines. Eso fue la Venezuela del siglo XIX post-independestista.



¿Por qué las Elecciones son la única salida para Venezuela? 


Porque “el que a hierro mata a hierro muere”, y de esta máxima bíblica no nos vamos a escarpar. Cuando el 4 de febrero de 1992 irrumpió en la vida nacional, incluso haciendo un esfuerzo por encontrar algo positivo en esa acción, marcó a toda una generación con el ejemplo de que subvertir el orden a la brava era el modelo a seguir. Incluso, esa insurrección ha sido el plomo en el ala que le ha impedido e impedirá al actual régimen su permanencia en el poder y el cristalizar sus objetivos. Los que quieren salir de este régimen a la brava son hijos del 4 de febrero.

El pecado original de la desobediencia se repite una y otra vez. Los pactos sociales son vulnerados y la Constitución no es más que un “pasticho” de proyectos personales. Irónicamente, todos quieren defender la democracia y la convivencia pacífica y quieren utilizar para conseguirla la violencia y la insurrección. Esta contradicción no lleva sino a convertir a Sísifo en nuestro héroe nacional, con su infructuoso y eterno trabajo de llevar la roca a lo alto.


Toda salida no electoral en Venezuela está destinada al fracaso. Podrá tomar el poder, pero a la larga fracasará. Manifestar el descontento, sí, hay que manifestar, Protestar ante las injusticias, sí, hay que protestar. Pero, tomar el poder a la brava a la larga fracasará. Toda salida no electoral de este régimen nefasto no hace más que encumbrar y enarbolar las banderas de este régimen, de este mal ejemplo para el país.


Las elecciones son la única salida para Venezuela —que es el camino más largo, sí lo es—. Claro que una cualquier elección debe ser universal, directa y secreta, respetando el principio de "Un ciudadano, Un Voto".

Las elecciones son el ejemplo necesario para dar un piso mínimo para restablecer una democracia verdadera, donde “todos” somos necesarios, “todos”, incluidos “todos los venezolanos”. Excluir a alguno es haber perdido, porque nadie es más venezolano que otro. Todos debemos estar presentes, incluso los causantes de este desastre, que si bien son una minoría, no son pocos. 

sábado, 18 de marzo de 2017

Miedo y auto-censura en Venezuela

Ayer me decidí a escribir sobre lo que vivimos en el país, intentando agarrar ánimo contra el sentimiento colectivo de miedo y auto-censura en Venezuela.

Luego de muchos días sin poder hacerlo, me acerqué a la carnicería de costumbre, que siempre sorprende por estar muy bien surtida, para comprar un poco de carne para guisar —que realmente la aprovechamos para rendirla como condimento haciendo abundante sopa con verduras que guardamos en envases congelados para varias comidas— y un poco de carne molida que la dividimos una mitad para salsa boloñesa para cuando tenemos pasta y la otra para unas mini hamburguesas caseras, que bautizamos hambu-arepas a falta de pan.

Miedo y auto-censura en Venezuela

El caso es que la proteína animal forma parte de la dieta aconsejable e indispensable cuando hay niños en el hogar —explico con un poco de pena, casi vergüenza, por poder comprar esta vez, mientras muchísima gente no puede—.


Lo que no era muy de costumbre en esta ocasión era que siendo dos días después del pago de la quincena, la carnicería y todos los abastos y comercios alrededor estaban semivacíos, o con muy escaza afluencia de compradores. Bueno, corrijo, salvo la panadería de la esquina que tenía una larga cola de compradores —conocida como fila en otros países— con un aprendiz de policía o miliciano en la puerta, no distinguí bien, con la misión de mantener el orden entre los resignados, pasivos y entristecidos compradores.

Entre miedo y auto-censura en Venezuela


A la orden, me dijo la señora Rita, la dueña de la carnicería, con una tímida sonrisa muy practicada, mientras sus ojos intentaban atraer más compradores, tal vez convirtiendo como por arte de magia a los pocos transeúntes que pasaban por el frente de su establecimiento, por lo general siempre muy concurrido.

Luego de hacer el pedido y como para socializar le pregunté: ¿Y cómo va todo?

La señora Rita, sin perder la vista a lo que estaba haciendo, me responde entre murmullos:

—La cosa esta muy fuerte. Muy difícil para todos.

—Bueno, hay que guapear y tener  fe  —le contesté. Fue lo que se me ocurrió decir.

Y en ese preciso momento me doy cuenta que no le había preguntado el precio de la carne, porque no me quería ilusionar demasiado.

Me susurró: ocho mil quinientos bolos, y sin detenerse como para que no me arrepintiera, prosiguió: Sí, pero cómo hacemos. ¿Guapear? Ya ha pasado mucho tiempo. Son muchos años guapeando. ¡Así no se puede! —exclamó—. Ahora la cosa es con las panaderías y en pocos días de seguro nos tocará a nosotros —me dijo la señora Rita, con una cara de espanto que movería una montaña.


Mientras me cobraba la cuenta y para terminar, agregó: Es que ya nadie quiere hacer nada, nadie quiere participar, ni reclamar, ni manifestar. Ya nadie quiere arriesgar su vida. Ya ni hablar se puede. ¿Y cómo? ¡Para que le pongan el ojo a uno y digan: ah, esa tiene una  carnicería! Uno ya no sabe quién es quién.

Entre muchas realidades, que dificultan el ejercicio de la vida ciudadana en el país, ahora reina miedo y auto-censura en Venezuela.

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